Hace unas semanas que me agobio con relativa frecuencia.
No, no es lo que pensáis, no es porque antes éramos 5 y ahora 6, aunque ahora la casa está más desastrada de lo normal y eso algo influye.
Tampoco viene del hecho de que hayamos tenido al bebé ingresado en el hospital durante 4 días por un problema respiratorio que nadie ha sabido explicarnos.
Además, esto del agobio no es de ahora. Siempre hay momentos complicados, especialmente al final del día, cuando ya estás cansado de batallar y las peques todavía tienen ganas de presentar guerra. Son momentos puntuales en los que tienes que inspirar aire profundamente y agarrar el toro por los cuernos. Eso, o te pones a chillar como si se te hubiera ido la olla.
En mi corta y a la vez larga intento de carrera literaria, también me suelo agobiar a veces—o quizá sería frustrar— cuando mi planning diario (el rato de escribir) se va a tomar por saco de forma demasiado habitual. Hay diversos motivos y muchos muy justificados, pero eso no evita que uno se agobie. Es lo que tiene ser demasiado cuadriculado (y tener tantas cosas que hacer).
No obstante, nunca hay que perder de vista el norte, que es mi familia. Es decir, mi mujer es lo primero, y luego están las «garrapatas», estas cuatro preciosas niñas que Dios me ha confiado durante una temporada, que se te enganchan a cualquier parte del cuerpo y empiezan a succionarte la vida. Y lo malo es que lo hacen de tal manera que incluso puede llegar a gustarte (ya estás vendido).
Tampoco son ellas las causantes del agobio, ni tampoco los plazos que me suelo marcar y que a veces son una losa sobre mi espalda. El problema es que me está entrando miedo escénico. Ahora os lo explico en seguida.
Hasta ahora estaba relativamente cómodo en Luminion. Conozco este mundo, a la gente que vive en él, y ellos me conocen a mí. Nos llevamos bien. También a mis lectores les gusta, ya que todo el que se acaba La Caída y le gusta, sigue encantado con los siguientes y los mira con ojos benevolentes el resto de la saga.
No obstante, sí hubo un momento de agobio serio en la última entrega, La Reina de Luminion, porque en la historia tocaba un tema muy delicado que no sabía cómo iba a caer entre mis lectores, y temía estar poniéndome una soga en el cuello. Así que tuve que decidir entre escribir como yo quería que fuera (y que estaba pensado desde que escribí la primera palabra de la saga) o buscar una alternativa más «comercial».
Fue un momento de miedo escénico. Como quien va a cantar o actuar en público y piensa ¿gustaré?¿se reirán de mí?¿lo haré bien?
Al final fui fiel a mí mismo y escribí la historia como me pedía el corazón y me alegro de ello.
Ahora que estoy escribiendo una historia completamente diferente y que he dejado aparcado durante unos pocos meses la última entrega de Luminion, me vuelve a pasar lo mismo. Llevo ya un 70% de la novela escrita y me surge la duda: ¿será una historia buena?¿gustará?¿estaré escribiendo un «rollo macabeo»?
Así, en medio de esta especie de preocupación existencial veo que en la página de Amazon La Caída de Luminion ya ha alcanzado las 40 votaciones, con las 2 votaciones de mi troll particular incluidas (gracias, Señor Troll, sin las suyas tendría 38), y esto me ha animado.
Si con La Caída lo hice relativamente bien, ¿por qué no podría hacerlo de nuevo con esta historia?
Así que nada, quería daros las gracias de corazón a todos los que habéis votado mis novelas y las del resto de escritores independientes. Para nosotros tienen un valor muy importante, más de lo que os podéis imaginar.
Así que esta votación número 40 ha sido para mí un pequeño empujón para seguir adelante con algo más de optimismo, aunque el camino todavía es largo. Así que, de nuevo,
MUCHAS GRACIAS
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Mucho ánimo y ha seguir escribiendo! !!
Socorro a seguir sin h….esto si es hacer el ridículo jajaja. …
Bueno, cosas peores he visto, ja, ja.
Muy loables pensamientos y acciones de tu día a día, respetando esas prioridades que la vida te trae y que tus principios y conciencia te guían. Has captado mi interés por leer tu libro aunque no soy muy amante de la aventura. Tengo mucho por leer en la estantería de regalos y demás, pero tomo nota y ya te comentaré si me ha gustado compañero. De ser así, lo escampare a los cuatro vientos. Un saludo.
Muchas gracias, Jordi. No te pierdas mi próxima entrada, en la que hablo de mensajes subliminales, ya verás, ja, ja.
No te agobies por eso. Supongo que es algo a lo que hay que enfrentarse: escoger entre tú o el mundo. En el ámbito de la música es muy habitual: muchas veces un músico quiere tocar un repertorio pero sabe que se debe a un público que va a escucharle para disfrutar de algunos clásicos. La lección que te haga sentir más cómodo seguro que es la correcta.
Gracias por el comentario y por los ánimos.
Ese miedo escénico que sientes es el mismo que me entró a mí cuando publiqué mi primera novela. No dejaba de preguntarme a mí mismo si realmente las críticas de los lectores eran sinceras y si podría cumplir sus expectativas en futuras obras. Ese miedo ha ido desapareciendo poco a poco, aunque siempre está ahí, como amenazando con que todo esto no es más que un sueño del que terminaré despertando.
En cuanto a escribir fuera de Luminion, que no te dé miedo. Cada libro tiene sus lectores y no tienen por qué ser los mismos. Lo importante es que tú te sientas satisfecho con tu trabajo y lo disfrutes. Y si encima gusta a los lectores… ¡pues genial!