El ataque de los «escritores-bombardero»

Hace poco os hablaba aquí de una especie mutante que había aparecido en la Tierra, el escritor independiente.

Pues bien, hoy os voy a hablar de otra especie mutante, variación de la anterior: el ESCRITOR-BOMBARDERO, pero antes os voy a poner un poco en situación:

Siempre he sido un tipo nervioso, la verdad. Bueno, algo más que eso. Nunca me he hecho ninguna prueba, pero mucha gente de mi alrededor piensa que soy hiperactivo, entre ellos mi mujer.

Eso es bueno y malo. Bueno porque me permite ir a todo trapo durante gran parte del día y hacer varias cosas a la vez, y eso viene muy bien cuando eres padre de cuatro niñas pequeñas, sobre todo cuando llega el Armaggedón (léase, la hora de la ducha), o mejor aún, cuando tu mujer está de guardia en el hospital y tú tienes que levantar a las 3 niñas a las 7 y 10 de la mañana y vestirlas en diez minutos para salir echando humo rumbo a casa de tus padres, porque a las 8 en punto hay que estar en el puesto de trabajo. De aquí a cuatro meses será más interesante porque en lugar de levantar a tres tendré que hacerlo con cuatro, ¡menudo subidón!

Sin embargo, lo de ser nervioso tiene sus cosas malas. La primera, que a veces hablo tan rápido que no me entienden, la segunda, que ingiero alimentos como si en cualquier momento fuera a venir alguien a quitarme la comida, y la tercera, que tengo muuuy poca paciencia.

Pues bien, hay algo que no aguanto ni he aguantado nunca: los anuncios, y menos ahora que mi tiempo es muy limitado debido a mi «carga familiar» (menuda expresión, como si los hijos fueran una carga…). Pues bien, ya sean en la radio, en la tele o por internet, no los aguanto (a los anuncios, no a los niños).

Por eso la publicidad en internet me da muchísima rabia. No hablo de la que sale en los márgenes de las webs o en las pantallas emergentes (esa también), sino de aquella que te encuentras cuando estás en tu momento especial, en tu pequeño reducto galo, como por ejemplo en tu grupito de Facebook favorito sobre libros o lectura, al que entras para buscar cosas interesantes.

Pues bien, es aquí donde abundan los «escritores-bombarderos».

¿Qué es un escritor-bombardero?

Veréis, la palabra es compuesta, y la primera parte está clara. En cuanto a la segunda, un bombardero es un avión que llega, generalmente por sorpresa, suelta sus bombas desde el aire a mucha altura y se va en seguida antes de que los defensas actúen.

¿Qué hacen los escritores-bombardero?

Se apuntan a los grupos de Facebook de escritores y lectores, o te añaden como amigo, y, de vez en cuando, llegan por sorpresa, sueltan su carga (¡¡Ey, compra mi novela, que es una maravilla!!) y se largan. Al poco tiempo (puede ser una hora, un día o tres) vuelven a hacer lo mismo: llegan, sueltan su carga y se van.

De esta manera, si eso lo hacen en el grupo de Facebook veinte o treinta persona, tienes el grupo lleno de basura mensajes repetidos.

¡Compra mi novela, es la bomba!

No conozco a muchos escritores-bombarderos en persona, pero estoy seguro de que:

• Piensa que su novela es una verdadera maravilla, mucho mejor que las de los demás autores del grupo.
• No lee nada de lo que se publica en el grupo (por eso no leerá esta entrada), ni comenta, sino que «sobrevuela» a mucha altura, sin implicarse en los grupos ni con la gente a la que pide su amistad, limitándose a soltar su «carga».
• Se debe de sentir muy frustrado porque: ¿cómo puede ser que no compren mi novela con la de veces que se lo digo? ¿Están idiotas o qué?

Pues bien, señor bombardero, yo no sé qué dicen los gurús del tema del marketing, ni qué dicen las estadísticas, pero yo…

NUNCA COMPRARÉ UNA NOVELA DE UN ESCRITOR-BOMBARDERO

¿Por qué? Ahora lo explico, pero antes una aclaración: no digo que uno no presente sus novelas, anuncie ofertas, concursos, reseñas, etc. Esto son cosas puntuales que está bien anunciarlas y, si no, ¿cómo te vamos a conocer?.

El problema es el que se repite más que el ali-oli.

Igual soy un necio y resulta que los expertos en redes sociales dicen que precisamente este ese el sistema de marketing, la de «bombardear», pero a una personalidad como la mía (hiperactivo con el tiempo muy justo, recordadlo) eso le pone de muy mala leche.

Ahora, hablando de tú a tú, querido escritor-bombadero, estoy seguro de que no leerás esto porque hará poco que habrás lanzado tu «carga» y ya te estarás alejando para dejarla caer en otro sitio. Sin embargo, voy a molestarte en explicártelo: Mira, yo, como he dicho muchas veces, soy autor independiente que apoya a otros autores independientes.

¿Cómo?

Leyéndolos, hablando de ellos, reseñando, votando y dando opiniones y consejos (y ánimos).

Por eso, cuando dices por primera vez “Ey, mirad mi novela estupenda”, yo SIEMPRE entro y la miro, veo la portada, leo la sinopsis e incluso ojeo los comentarios. Hasta entro en tu blog. Y si te descuidas hasta la compro.

La segunda vez que veo otro «anuncio» de tu novela, vuelvo a mirarlo y digo «¡Ah, sí!, ya me acuerdo, ya la había visto».

Pero a la tercera, me empiezo a mosquear.

Y a la cuarta, ni te digo.

Vamos a ver:

Si alguien ve 3 veces el fabuloso anuncio de tu novela y no la ha comprado, no la va a comprar por más que insistas, y si ya la ha comprado, le haces perder el tiempo. En los dos casos estás molestando.

No puedes estar taladrando siempre a las mismas personas.

¿Te imaginas que todos hiciéramos los mismo que tú?

Así que, querido amigo, medítalo un poco. Sé que no soy el único que piensa así, ya que por ejemplo, la escritora Elisabeth Marrón hizo una entrada sobre esto hace poco aquí.

Y solo hablo de Facebook, no me meto con Twitter porque allí la cosa también tiene miga, y de hecho pronto prepararé un artículo también sobre eso.

Y un pequeño consejo: ¿quieres que te lean? ¿Tú lees a otros como tú? Pues ya sabes.

Espero que os haya gustado el artículo.

¿Qué opináis vosotros?¿Os va el rollo bombardero?¿Os molesta?¿Habéis visto que sea efectivo?

(Imágenes de pixabay)

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